jueves, 30 de diciembre de 2010

Villalba de los Alcores


LA FORTALEZA DE AZAÑA Villalba de los Alcores pluralizó su apellido en 1916 para evitar la coincidencia con un pueblo onubense repoblado por gente de aquí. No fueron los únicos expedicionarios de los Torozos que alcanzaron aquel confín. Vecinos de Trigueros del Valle bautizaron otro pueblo de Huelva, pero con la cautela de reservarse el apellido, para evitar posteriores mudanzas. Villalba es uno de nuestros Conjuntos Históricos menos conocidos. Conserva su traza medieval y la memoria veraniega de Manuel Azaña, a cuya familia pertenece el imponente castillo que siglos atrás cobijó el desconsuelo itinerante de la reina Juana la Loca y el presidio de los hijos del rey de Francia Francisco I, tomados como rehenes hasta que su padre cumpliera el tratado suscrito después de la derrota de Pavía. Por sus calles pasearon personajes como Ortega, Unamuno y Pérez de Ayala, veraneantes en lugares cercanos. Lo que puede verse en Villalba es mucho y notable. Empezando por la iglesia de Santiago, que asoma su pórtico a la plaza, una vez liberada del pegote de una moderna casa parroquial. Este templo combina sin mayores estridencias elementos de diferentes estilos artísticos, desde el ábside románico a la torre renacentista. La Villa Blanca de los Alcores reúne en su término tres monumentos singulares y la zona arqueológica de Fuenteungrillo.




Villalba está enclavada en el camino entre Mucientes y Montealegre, que discurre por un monte de encinas parcelado en la segunda mitad del diecinueve, cuando la villa se liberó de cargas nobiliarias. Un espacio forestal vinculado todavía hoy con apellidos que no dejan indiferente a nadie. Por ahí tienen sus fincas los Maura, los Illera y Botín, y los Rivas emparentados con don Manuel.


(Vista de la casa donde Manuel Azaña, pasaba algunas de sus vacaciones en este pueblo).


Iglesia de Santiago, en Villalba de los Alcores Azaña. El abuelo de los Rivas Cherif adquirió en 1860 sus posesiones de Villalba a un príncipe extranjero pretendiente de la corona de España en 1869: Leopoldo de Hohenzollern-Sigmarin, a la sazón conde de Castilnovo. En el lote entraba la finca La Esperanza y también el castillo, que sigue siendo de la familia, además de la iglesia románica y templaría de Santa María, así como una casona próxima a la plaza. Todo les fue incautado durante la guerra civil y devuelto a regañadientes por los tribunales a fines de los años cuarenta. Cipriano Rivas Cherif, cuñado de Azaña, fue el primer director de escena español en el sentido moderno. Detenido por la Gestapo en el exilio francés, fue entregado al régimen de Franco en julio de 1940 y condenado a muerte. Con- mutada la pena capital, pasó seis años de cárceles y un año de sobresaltos en Madrid, antes de embarcar para Méjico en septiembre de 1947. El abuelo de los Rivas había sido secretario de Estampilla de Isabel II y promotor de la fundación docente del Monasterio de La Espina. Su hijo, Mateo Rivas Cuadrille- ro, fue un abogado notable de Madrid. En el camino entre Matallana y Valoria del Alcor quedan los restos del monasterio jerónimo de Valdebusto, convertido en colonia agrícola de los Rivas Cuadrillero. Los Cherif eran herederos directos del emperador marroquí Mohamed-Ben-Hamed, depuesto por su hermano en 1769, que se refugió y bautizó en Andalucía con ese apellido que denota su condición de descendiente del Profeta.






La visita a Villalba debe demorarse en el callejeo entre casas de piedra y atisbos torreados de la vieja muralla, que todavía se aprecia por el Camino de las Fuentezuelas. El castillo resulta hoy inaccesible, lo mismo que la iglesia románica de Santa María del Templo. Ambos edificios están sin uso, aunque la fortaleza albergó una acreditada fábrica de quesos y la iglesia una panera. En el castillo se distinguen varias fases, aunque la mayor parte de lo conservado corresponde a la etapa protogótica de principios del trece, cuando se construye la zona pala- ciega cuyas trazas recuerdan un claustro monástico de dos alturas. La coincidencia de promotor en los Téllez de Meneses lo vincula con el cercano monasterio cisterciense de Matallana. En el siglo quince pasa al Conde Benavente, quien actúa en el castillo y levanta la muralla que cerca el pueblo, reforzada con una treintena de cubos. El castillo tiene planta rectangular reforzada por nueve torres: siete macizas y dos huecas. La torre del homenaje se derrumbó en los años cincuenta y las demás aparecen desmochadas. Un parapeto volado recorre el perímetro de la fortaleza, excepto las torres truncadas. En los últimos años, se han adecentado plazas y calles, a la vez que se recuperan cubos y postigos de la vieja muralla. La villa tiene una acreditada industria del mueble, cuyos orígenes se muestran en el Museo de la Carpintería, instalado en el Ayuntamiento. El museo recrea un antiguo taller con torno de pie, afiladora de pedal y centenares de herramientas expresivas de la evolución del oficio. La iglesia románica de Santa María del Templo se sitúa en la zona alta de la villa. Tiene una sola nave apuntada, que remata un ábside semicircular. Dejó de usarse en 1818 y las mellas del abandono se no- tan en sus zonas más sensibles. La portada perdió las columnas que sustentaban los capiteles y de la torre apenas se mantiene en pie un par de arcos. Se trata de una construcción sobria y de aspecto macizo y robusto. En el Humilladero se guarda un retablo traído del monasterio de Matallana.




Los textos son sacados de el libro Tierra de Horizontes de Ernesto Escapa.

1 comentario:

  1. He leído el post de Villalba de los Alcores (como antes otros referidos a pueblos de Valladolid) y me sonaba el texto, sobre todo su estilo inconfundible. Pero no aparece firmado ni se señala quién es su autor. sto me parece poco serio, por no llamarlo una estafa, y deberías remediarlo cuanto antes. Estos textos tienen autor y su nombre es Ernesto Escapa...

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